Un tren y los futuros indeseables
(Texto modificado del original: https://www.jornada.com.mx/2020/02/06/opinion/018a2pol)
Jordy Micheli
jordymicheli.com 22/05/20
El Tren Maya parece asociado a futuros indeseables.
El más conocido es el relato futurista de la devastación ecológica y la agresión a las comunidades originarias. Catalogado como un megaproyecto por organizaciones sociales y corrientes de opinión que reivindican un alto al extractivismo y el respeto a derechos humanos de poblaciones originarias, el Tren Maya condensa la oposición a este y otros proyectos territoriales de la Cuarta Transformación[1].
Del que menos se habla es el demonio de seguir tal cual en la economía peninsular y agrandar la brecha del desarrollo dentro de la región y entre ésta y el centro-norte del país.
La imagen ilustra la velocidad de crecimiento del PIB de cada estado y las dimensiones del mismo, comparando 2003 con 2018. Con datos de 2017, Campeche ocupaba el lugar 12 con 3.10% del PIB nacional, Quintana Roo el lugar 20 con 1.58 % y Yucatán el 22 con 1.44%. |
Fuente: cálculos propios con base en BIE, INEGI. Precios de 2013
Con las estructuras económicas actuales y con las dinámicas existentes solo es posible avizorar tres hechos: la continuidad de una industrialización basada en salarios extremadamente bajos y actividades de poco valor agregado, que nutran una metropolización desordenada y polarizante a partir de Mérida[2]; una exacerbación del urbanismo ecocida de la costa caribeña y para el estado de Campeche, el de la economía más debilitada, la reedición de una actividad desequilibrante de enclave petrolero en las dos ciudades de la costa.
Con algunos cambios de actores y sectores económicos, poco se diferenciará este escenario del que Claude Bataillon dibujó en su clásico trabajo sobre las regiones económicas en México, a fines de los años 60 del siglo pasado. Territorio calizo sin corrientes de agua superficiales, esenciales para la vida productiva en sus zonas pobladas del noroeste; selva en la mayor parte hacia el sur, amén de barreras coralíferas que disminuyen la potencialidad de la economía basada en las vías marítimas, fue lo que recalcó el geógrafo francés
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En la fase histórica que le correspondió observar, refirió para el estado de Yucatán solo la declinante agroindustria exportadora basada en el henequén y un débil sistema de ciudades con poca movilidad entre ellas en la porción norte del estado. Para Campeche, la actividad económica de su puerto para exportar maderas finas arrancadas a la zona selvática y para el territorio de Quintana Roo una escasa población, básicamente de origen extra-peninsular, con una base productiva basada en la explotación del chicle, en Chetumal.
- En suma, debilidad de los fundamentos integradores de una economía regional.
- Esta debilidad se reprodujo en los años siguientes.
- Ha sido suficientemente estudiado y reseñado que las dinámicas económicas dentro de la Península fueron poco conectadas e insustentables.
La agroindustria henequera desapareció, con devastadores efectos sociales, la explotación petrolera en la Sonda de Campeche en los 80 creó una economía de enclave en el estado de Campeche y el gran polo turístico de Cancún desde los años 70 provocó una acelerada urbanización de carácter polarizador y ambientalmente depredadora en la costa norte de Quinta Roo.
El demonio de esta reproducción desigual del territorio sostiene los alfileres con los que estos estados se colocan en el tablero nacional. Yucatán, aún con su rápido crecimiento manufacturero, participa tan solo del 1.2 % de la producción nacional industrial; Quintana Roo, 0.2 % y Campeche, 0.1%.
La aguda asimetría existente entre los tres estados en su base productiva material es el principal motor de desigualdad en la región. Ciertamente podemos imaginar que una economía de servicios moderna, dinámica y con salarios dignos es el salto estructural que deben dar estas economías pero, sin encadenamientos a procesos de industrialización locales, este ejercicio de imaginación se ve cuestionado.
Trenes y electrones:
Todo proyecto de desarrollo regional produce efectos transformadores de jerarquías a varias escalas: desde lo local hasta la extranacional. Siempre ha sido así y no es de ahora ni de la fase neoliberal de la economía. Ninguna realidad territorial es simple, como la bélica narrativa “anti- tren” lo intenta mostrar y menos aún si el espacio es el de la Península de Yucatán, que es tan rico y culturalmente universal como pobre y económicamente excluido.
El proyecto del tren se inscribe en una región sociohistórica de profundas desigualdades y es obviamente una iniciativa de transformación de movilidades, urbanización e industrialización. Si no es una infraestructura que desencadene nuevas capacidades laborales, emprendimientos locales, conectividad social, regulaciones para asegurar la sustentabilidad, reglas claras de respeto a las comunidades originarias, y si en su conjunto no revierte las trayectorias de desigualdad, entonces si aparecerá ese futuro indeseado.
El corazón energético para la Península ha sido, desde 1999, el gasoducto Mayakán, que lleva el combustible desde Ciudad Pemex hasta Valladolid. El gas por allí transportado ha sido insuficiente tanto para su conversión en electricidad por parte de 5 plantas de CFE como para su uso en la industria de transformación. En 2019 las plantas requerían 310 millones de pies cúbicos diarios y recibieron solo 52. Ahora mismo se construye un ducto de 16 Km que conectará a Mayakán con el sistema troncal de gas natural que recorre la costa del Golfo y eso permitirá el transporte del volumen necesario de gas. Este proyecto de transporte del hidrocarburo se une a la construcción de una sexta planta de generación eléctrica a partir del gas, la cual aumentará la oferta eléctrica a la Península.
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En medio del fragor mediático que produce el Tren Maya, avanza sin tanta exposición el proyecto energético, que es, sin duda, una de las intervenciones de relevancia para la geografía económica del país, cuya polarización norte -sur fue el resultado de décadas de subordinación del Estado a los intereses económicos dominantes, a escala nacional y también global. La Península ha sido sometida a un subdesarrollo energético que ha obstaculizado su crecimiento y el desarrollo económico y social.
Entre los estados con mayor pobreza energética en los hogares se encuentran los tres de la Península.
El proyecto energético privilegia necesariamente un destino urbano: la zona metropolitana cuyo centro de gravedad es Mérida[3]. Con gas natural en mayor cantidad y energía eléctrica a menor precio, la urbanización crecerá y presionará las capacidades de planeación y las políticas sociales del Estado. La economía urbana, con sus servicios especializados y su manufactura, ganará aún más fuerza en la estructura regional.
El gasoducto Mayakan se detiene en Valladolid, pero en algún momento será extendido hasta Cancún. De nuevo la energía disponible producirá efectos de metropolización acelerados en la parte noroeste de la península. La energía es una palanca de crecimiento insoslayable pero no hace milagros para el desarrollo si hay concentración y desigualdades previas.
La Península crecerá más en donde ya crecía, pero no habrá menor desigualdad territorial si todo sigue igual.
[1] http://www.resumenlatinoamericano.org/2019/03/15/megaproyectos-en-mexico-impactos-en-el-territorio-y-respuestas-populares/[2] Sobre el proceso de metropolización de Mérida: “ Si bien históricamente, el crecimiento de la Ciudad de Mérida y su región inmediata se considera que fue lento, fue a partir de 1980 que se empezaron a experimentar cambios radicales en su proceso de urbanización y a partir de los noventa se comenzaron a vislumbrar las nuevas modalidades de expansión urbana que hasta el día de hoy siguen latentes. Uno de los principales aspectos en el análisis del proceso de expansión urbana de Mérida, es la tendencia natural del desarrollo urbano de la ciudad hacia el norte del Municipio, la cual fue y sigue siento uno de los principales detonadores para la venta de tierras ejidales por parte de los ex-ejidatarios, la compra por parte del sector privado y la expansión vertiginosa hacia esta zona; dando paso a la proliferación de usos urbanos, principalmente industriales, comerciales y habitacionales, sobre antiguos usos rurales,agropecuarios y áreas de vegetación (Lugo y Tzuc, 2006, p. 106).” , en : Instituto Municipal de Planeación de Mérida, “ Programa Metropolitano de Desarrollo Urbano, Visión 2040” , junio 2016, pagina 9.[3] https://www.yucatan.com.mx/merida/ofrecerian-gas-natural-para-uso-domestico-en-yucatan