México la geopolítica del petróleo: la guerra de precios de marzo y abril de 2020
Jordy Micheli
jordymicheli.com /17.04.2020
Cuando los buques tanques que llevaban petróleo a China desde el Medio Oriente daban media vuelta por la cancelación de pedidos del gigante asiático, a inicios de este año, la mesa estaba servida para la guerra de precios y la ruptura de la cooperación saudí-rusa, vigente desde 2018. El país árabe elevó su producción y ofreció precios bajos a los grandes consumidores, amenazando a sus competidores con producir hasta 12 millones de barriles diarios. Rusia mantuvo el pulso de una guerra cuya declaración se escribió el 8 de marzo cuando Arabia Saudita incursionó en los mercados surtidos por Rusia. Un ataque en forma por el régimen saudí que, de tener éxito, debilitaría a Rusia pero no sola a ella, sino a países cuya salud presupuestal depende de vender petróleo, como México (cuyo precio, en el presupuesto de 2020, fue fijado en 49 dólares por barril).
Imagen : https://www.tehrantimes.com/news/420171/Renewing-oil-tankers-fleet-a-must-for-Iran
La geopolítica ha sido el campo de batalla de estos días y al no haber cedido Rusia, se tuvo que llegar a las negociaciones en tiempos de crisis.
El acuerdo al que aspiraba la OPEP + en la reunión de la semana pasada, era reducir en 10 % el total de los casi 100 Millones de barriles diarios que se producían, es decir, una reducción de 10 Millones de barriles. Cada país debía aportar una parte, pero ¿bajo qué criterio? Aquí hay que diferenciar cuánto aporta cada país a la reducción total y cuánto significa ese aporte para la producción de cada país. A México se le pidió bajar 400 millones, esa cantidad es un aporte de 4% a la rebaja total, sin embargo, por la debilidad de la producción mexicana, esa cantidad significa sacrificar el 23% de su producción actual l[1]. Eso contrasta con lo que sucede con los promotores del acuerdo, que son, a su vez, los causantes del desastre de precios, Arabia Saudita y Rusia. La primera produce 11.8 millones de barriles diarios (11.8 % de la producción mundial), la segunda produce 11.4 millones de barriles al día (11 % de la producción mundial. Las dos naciones en pugna se comprometieron en bajar cada una 2.5 millones de barriles, con lo que cada país aportaba casi 25% a la rebaja total, pero significaba que cada una sacrificaba aproximadamente 23 % su producción. El contraste con México es claro: nuestro país aporta muy poco a la rebaja mundial, pero sacrifica mucho más, proporcionalmente, que Arabia o Rusia, líderes, junto con EE UU, del oligopolio mundial[2]
Ahora bien, hay suspicacias por lo que significa el gesto colaborativo de Trump y su anuncio de que se lo cobrará en el futuro. Pero aquí no es “Trump”, es la geopolítica del petróleo la que debe ser considerada.
Imagen: http://euanmearns.com/the-efficiency-of-us-shale-oil-drilling-and-production/
Trump ordenó, con el petróleo barato, llenar sus reservas estratégicas a tope. Igual hizo China, su rival comercial. Una vez aprovechada la rebaja, necesita que los precios se estabilicen. ¿Por qué? Es recién exportador neto de petróleo y su apuesta es seguirlo siendo[3]. El petróleo barato le sirve de poco ahora en plena debacle económica y social, sin que se muevan autos, aviones, consumos industriales, como antes. Sí, en cambio, necesita rescatar a la joya de la corona petrolífera: las empresas que producen hidrocarburos mediante fractura, las del famoso petróleo no convencional o fracking. Este sector industrial fue el que creó el dinamismo exportador que puso a EE UU a la par de los gigantes vendedores. En los años 2010 a 2016 la producción de petróleo no convencional creció rápidamente al punto de que en 2019 representa el 63 % de la producción total de petróleo de ese país[4].
Pero tiene una debilidad: es negocio si el precio es alto, porque sus costos son mayores que la industria convencional[5]. De modo que el juego es claro: La posición geopolítica que ha ganado EE UU como exportador neto solo se mantiene con precios que no decaigan. Este punto débil fue precisamente el que atacó Arabia Saudita y el apoyo trumpiano es un golpe a sus aliados militares sauditas. Viéndolo así, también México tiene cuentas pendientes que cobrar, en el juego de la geopolítica petrolera: con muy poco, Trump sacará del hoyo a sus empresas energéticas.
El sector energético fue sin duda la joya de la corona para la política de los gobiernos de nuestro país desde el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994) reconocido como el gestor del modelo neoliberal. Sin embargo, fue el más complejo de reformar, debido, antes que nada, a que era una fuente casi inagotable de los recursos que requerían los grupos políticos. Saquear y privatizar dentro del sector energético era el ejercicio sexenal. Los distintos ladrillos de la privatización fueron hábilmente construidos bajo el modelo de la regulación, la cual impedía el desarrollo empresarial de Pemex y sostenía la aparición de competidores que ocupaban espacios de una industria desintegrada para “evitar prácticas monopólicas”. Se fue construyendo un Pemex endeudado, atrapado por la corrupción sistémica, improductivo y sobre-regulado.
La geopolítica es el marco inevitable en el cual deberán desarrollarse los distintos episodios de la apuesta mexicana por la soberanía energética y la reconversión de país vendedor de la materia prima a país productor de bienes elaborados.
[1] El día 13 de abril se dieron a conocer las cifras definitivas del acuerdo: México dejará de extraer 100 mil barriles diarios, que es el 5.5 % de su producción <https://www.jornada.com.mx/ultimas/economia/2020/04/13/opep-y-asociados-cierran-pacto-para-salvar-petroprecios-5152.html >
[2] https://www.eia.gov/tools/faqs/faq.php?id=709&t=6
[3] https://www.bloomberg.com/news/articles/2019-11-29/u-s-posts-first-month-in-70-years-as-a-net-petroleum-exporter
[4] https://www.eia.gov/tools/faqs/faq.php?id=847&t=6
[5] http://euanmearns.com/the-efficiency-of-us-shale-oil-drilling-and-production/